La historia de hoy viene con un par de gafotas, una comilona en un rodizio brasileño y una automatización tan útil como sencilla.
Deja que te cuente.
Si llevas tiempo por aquí sabes que hay una frase que no me canso de decir: automatizar para humanizar. Es mi filosofía de vida desde hace años y mi manera de entender la automatización (tanto, que fue el primer título provisional que tuvo mi libro antes de empezar a escribirlo).
Para mí, la automatización es liberar a nuestro día a día de todas las tareas operativas en las que no aportamos nada… para poder poner foco en aquellas donde como humanos marcamos realmente la diferencia. Y una de esas tareas es conectar entre nosotros.
Cualquier minuto que liberas de tareas mecánicas es un minuto liberado para algo más importante.
Por eso, cuando el otro día quedé con un gran colega como Charly y me contó al última automatización que había montado… solo pude decir: ¿Cómo no se me había ocurrido esto antes? Podría haber ahorrado DECENAS de horas con esto.
La conversación la recuerdo más o menos así:
— Charly: Tronco, entre lo que aprendí en el Desafío y los cabezazos que me he pegado con Make… cada vez me veo más fuerte automatizando y lo siento como un superpoder de la leche. El otro día se me ocurrió una cosa que para ti será una chorrada, pero me da la vida.
— Yo: 🤩🤩🤩🤩. Cuenta, cuenta.
Lo que me contó no necesita de una ingeniería aeroespacial. No es un sofisticado algoritmo de inteligencia artificial que cruza datos con chatGPT y la velocidad del viento en Alaska ni utiliza 3456567 módulos de Make…
Es algo tan tan simple y tan tan útil… que a muchos les parecerá poco. Pero que a mí, me flipa.
Te cuento lo que hace:
Cada vez que alguien se apunta a cierta formación de Charly, se registra el pago en una hoja de Google Sheets. Y, para cada uno de ellos, Charly les envía un email personalizado.
Después de hacer ese proceso MUCHAS veces… decidió meter sus conocimientos automatistas a jugar para:
- Revisa los nuevos alumnos al programa a través de Make y Google Sheets.
- Genera un e-mail, añadiendo datos que ya conoce (el nombre y su correo) junto algunos detalles del curso que no quiere olvidar.
- Pero para que no sea un e-mail «enlatado y automático», no lo envía. Se guarda un borrador en su cuenta de gmail
- Así, cuando tiene un rato al final del día, revisa todos los borradores, le pone el cariño y la personalización que se merecen… y ya sí que lo envía de manera manual.
El combo perfecto de humanizar y ahorrar tiempo.
¿Por qué me flipa esta automatización?
- Es simple.
- Minimiza errores.
- Mantiene el toque humano.
- Se integra perfectamente con su flujo de trabajo.
- Resuelve una necesidad REAL de la operativa de Charly.
- Libera tiempo desde el primer minuto.
- Y escala hasta el infinito.
¡Ah! Y lo mejor de todo: es una idea tremendamente reutilizable a decenas de casos de uso distintos. De hecho, según llegué de esa comida lo implementé del tirón en un proceso de automatistas y en otro de un cliente que trabaja un sector absolutamente distinto al de Charly y al mío.
Brillante 🥂.
Nos vemos en la siguiente, automatista!🫡
Santy.
PD: si no conoces a Charly por algún casual… es una de las personas que más sabe de funnels (y de ganarse la vida online) que conozco y tiene un proyectazo que es Parango.es. No lo pierdas de vista.
PD2: si aún piensas que es una chorrada de automatización que apenas te liberará un minuto… piensa que con 100 alumnos has liberado casi dos horas. Media semana de trabajo al cabo de un año, que no esta mal. Y así, hasta el infinito.
PD3: el libro, que no se llamó «automatizar para humanizar», ya está en proceso de edición y muy prontito en manos de los que hicisteis pre-compra. Por si no lo has visto en redes… ya tenemos diseño para la portada 🤩🤩